-Discúlpeme, Padre, ¿le puedo pedir un favor?

-Claro, hija, ¿qué puedo hacer por ti?
-Compré en Miami un secador de pelo sofisticado, maravilloso y muy caro, y realmente sobrepasé los límites de la declaración. Estoy preocupada por la aduana. ¿Podría llevarlo debajo de su sotana?
-Claro que puedo, hija, pero tú debes saber que yo no puedo mentir.
-Tranquilo Padre!!! Ud. tiene un rostro tan honesto que estoy segura que ellos no le harán ninguna pregunta.
Y le dio el secador.
El avión aterriza y cuando el cura se presentó en la aduana, le preguntan:
- Padre, ¿tiene algo que declarar?
El cura prontamente respondió:
-Desde lo alto de mi cabeza hasta mi cintura, no tengo nada que declarar hijo.
Encontrando la respuesta algo extraña, el fiscal de aduana preguntó:
-¿Y de la cintura para abajo, ¿qué es lo que Ud. tiene?
-Tengo un equipo maravilloso, destinado al uso doméstico en especial para las mujeres, pero que nunca ha sido usado...
Muerto de risa, el fiscal exclamó:
- Puede pasar, Padre!!!
Moraleja:
La inteligencia hace la diferencia. No es necesario mentir, basta con escoger las palabras correctas para seguir tu camino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario