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jueves, 27 de febrero de 2014

DOS NARCOS, UN NEGRO Y UN INFELIZ

Dos narcos llegan a un rancho arrastrando a un tipo. Dentro, hay un negro de 1,98m y 140 kg mezcla de cubano con africano, limpiándose las uñas con un cuchillo cebollero.

 - Oye Negro, el jefe pidió que le des por el culo a este tipo, para que aprenda a no hacerse el machito con nuestra banda.

 - Déjenlo ahí en un rincón, más tarde me lo follo.

Cuando los narcos se van el tipo dice:

 - Por favor Señor, no me haga eso, si usted me da por el culo, mi vida se termina, tenga piedad por el amor de Dios.

- Cállate el hocico maricón y quédate quieto ahí 

Al rato vuelven los narcos con otro pobre tipo.

 - Negro, el jefe pidió que a éste, le cortes las dos manos y le perfores los ojos, para que aprenda a no tocar el dinero de las ventas.

 - Déjalo ahí que dentro de un rato me encargo. 

Una hora después traen otro tipo.

 - Negro a este le cortas los huevos y la lengua para que nunca más se meta con las mujeres del jefe..

 -Tá bien.. déjalo ahí en el rincón con los otros. 

Finalmente traen a otro desgraciado...

 - Mira "Negro", a este lo cortas en pedacitos y mandas cada pedacito a la familia en un sobre! .. Por chivato!!

 En ese momento, el primer tipo le dice al negro, en voz baja:

 -Señor Don Negro, por favor no se vaya a confundir: ¡¡ Recuerde que al que le tiene que dar por culo es a mí .. ¿OK?

MORALEJA:

A medida que conoces los problemas de los demás, te das cuenta que el tuyo no es tan grave.

martes, 25 de febrero de 2014

UN ALUMNO TALENTOSO

Un profesor está almorzando en el comedor de la Universidad. Un alumno viene con su bandeja y se sienta al lado
del profesor.

El profesor, altanero, le dice: 

-“ Un puerco y un pájaro, no se sientan a comer juntos”. 

A lo que contesta el alumno: 

-“Pues me voy volando”, y se cambia de mesa. 

El profesor verde de rabia, decide aplazarlo en el próximo examen, pero el alumno responde con brillantez a todas las preguntas. Entonces le hace la siguiente pregunta: 

-"Ud. está caminando por la calle y se encuentra con una bolsa, dentro de ella está la sabiduría y mucho dinero,¿cuál de los dos se lleva?" 

El alumno responde sin titubear: 

-"¡¡¡El dinero!!!" 

El profesor le dice: 

-"Yo, en su lugar, hubiera agarrado la sabiduría, ¿no le parece?" 

-"Cada uno toma lo que no tiene, responde el alumno" 

El profesor, histérico ya, escribe en la hoja del examen: 

¡¡¡¡Idiota!!! Y se la devuelve. 

El alumno toma la hoja y se sienta. Al cabo de unos minutos se dirige al profesor y le dice: 

-"Señor, me ha firmado la hoja pero no me puso la nota".

lunes, 24 de febrero de 2014

EL CIRCULO DEL 99

Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y
tarareando alegres canciones. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre.
Un día el rey lo mandó a llamar.

Paje -le dijo- ¿cuál es el secreto?

¿Qué secreto, Majestad?

¿Cuál es el secreto de tu alegría?

No hay ningún secreto, Alteza.

No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.

¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿eh? ¿por qué?

Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz?

Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-.. Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.

Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando…

Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo!

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y ,alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana.

¿Por qué él es feliz?

Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.

¿Fuera del círculo?

Así es.

¿Y eso es lo que lo hace feliz?

No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.

A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz

Así es.

¿Y cómo salió?

¡Nunca entró!

¿Qué círculo es ese?

El círculo del 99.

Verdaderamente, no te entiendo nada -dijo el Rey-.

La única manera para que entiendas, sería mostrártelo en los hechos.

¿Cómo?

Haciendo entrar a tu paje en el círculo.

Eso, ¡obliguémoslo a entrar!

No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.

Entonces habrá que engañarlo.

No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solo en el círculo.

¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?

Si, se dará cuenta.

Entonces no entrará.

No lo podrá evitar.

¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?

Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo?



Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. 99!

¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso?

Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche.

Hasta la noche.

Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: “Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie como lo encontraste”.

Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde detrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta y entró a su hogar.

El rey y el sabio se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente ingresó presuroso a su hogar y con su brazo arrojó al piso todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo la vela. Se sentó y vació el contenido de la bolsa… Sus ojos no podían creer lo que veían. ¡Era una montaña de monedas de oro! El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas. El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar a la luz de la vela, las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro,
cinco, seis…. y mientras sumaba 10, 20, 30, 40, 50, 60….hasta que formó la última pila: ¡9 monedas!

Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. «No puede ser», pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja.

Me robaron -gritó- ¡me robaron!

Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro “sólo 99″.

-99 monedas es mucho dinero- pensó. Pero me falta una moneda.

Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo pero noventa y nueve, no.

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien?
Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico.
Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. «Doce años es mucho tiempo», pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. ¡Era demasiado tiempo!

Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender… vender… vender…
Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El paje había entrado en el círculo del 99…
Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas.

¿Qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo.

Nada me pasa, nada me pasa.

Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.

Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

Todos nosotros hemos sido educados en esta estúpida ideología: Siempre nos falta algo para estar completos, y sólo completos se puede gozar de lo que se tiene. Por lo tanto, nos enseñaron, la felicidad deberá esperar a completar lo que falta… Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la vida.

Pero qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así, de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por ciento del tesoro, que no nos falta nada, que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo cien que noventa y nueve, que todo es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que jalemos del carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual… ¿Cuántas cosas cambiarían si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como están?

domingo, 23 de febrero de 2014

SABIDURIA GALLEGA

Un cura de un pueblito gallego decide mostrar ejemplos concretos para ilustrar su homilía dominical. Para ello, pone cuatro lombrices en 4 frascos :


La primera lombriz: En un frasco de alcohol.
La segunda lombriz: En un frasco lleno de humo de cigarrillo.
La tercera lombriz: En un frasco lleno de esperma.
Finalmente la última lombriz. En un frasco lleno de agua pura y cristalina .

Al concluir su homilía, donde hablaba de los pecados y de la vida 'licenciosa", muestra los frascos. La lombriz que estaba en el alcohol estaba muerta. La lombriz que estaba en el frasco lleno de humo de cigarrillo estaba muerta. La que estaba en el frasco lleno de esperma , también estaba muerta . La última que estaba en agua pura y cristalina estaba bien viva .

Entonces le pregunta a la asamblea:

- ¿Que enseñanza podemos sacar de esta demostración?

En el fondo del templo se oye una voz de un galleguiño que dice:

- Que mentras bebamos, fumemos e follemos, non tendremos lombrices.

MORALEJA:

Por muy complejo que pueda ser un problema, siempre hay alguien que lo simplifica...

sábado, 22 de febrero de 2014

¿CUCHARITA, TAZA O CUBO?

Durante una visita a un Instituto Psiquiátrico, le pregunté al Director, qué criterio se usaba para definir si un paciente debería o no ser internado. 


-Bueno -dijo el Director- Hacemos la prueba siguiente: 

Llenamos una bañera, luego le ofrecemos una cucharita, una taza y un cubo y le pedimos que vacíe la bañera. En función de cómo vacíe la bañera, sabemos si hay que internarlo o no y con que tratamiento empezar... 

-Ah, entiendo -dije- Una persona normal, usaría el cubo porque es más grande que la cucharita y la taza. 

- No -dijo el Director- Una persona normal quitaría el tapón.... Usted qué prefiere: ¿Una habitación con o sin vista al jardín? 

MORALEJA:

A veces las cosas demasiado evidentes no son lo que parecen...

domingo, 16 de febrero de 2014

STEVE JOBS, LA LEYENDA DE UN LÍDER....

Defensor del perfeccionismo, creó el paradigma del I+D, reservando la última, la olvidada, la i, la innovación, a crear dispositivos, i-dispositivos como los llamaría él, como el iPod, iPhone e iPad, que lo mantendrán en la historia como aquél que consiguió desafiar a la razón.


Sus diez lecciones, que aquí resumo, son un ejemplo de la creencia en uno mismo, del trabajo en equipo, de la actitud visionaria de un líder:
  1. Las innovaciones más duraderas casan el arte y la ciencia.
  2. Para crear el futuro, no puedes hacerlo a través de grupos de enfoque.
  3. Nunca temas el fracaso.
  4. No puedes conectar los puntos hacia adelante, sólo hacia atrás, es decir, entender que el futuro es impredecible.
  5. Escucha a esa voz interna que te dice si estás en el camino correcto o no.
  6. Esperar mucho de ti y de otros.
  7. No te preocupes por tener razón y si por tener éxito.
  8. Encuentra la mejor gente para rodearte.
  9. Mantente hambriento y necio.
  10. Cualquier cosa es posible con trabajo duro, determinación y sentido de visión.
No quiero dejar estas líneas sin hacerle mi especial homenaje. Os dejo dos de los más bonitos enlaces que he encontrado en el ciberespacio: su famoso discurso en la Universidad de Standford y una recopilación de fragmentos de sus famosos keynotes.

Que Dios lo tenga en su Santa Gloria.

viernes, 14 de febrero de 2014

LA ALONDRA Y SUS CRÍAS

Una alondra había hecho su nido a principios de la primavera en el joven trigo verde. Sus crías habían alcanzado casi todo su desarrollo y conocían el uso de sus alas y su cuerpo
estaba ya lleno de plumas, cuando el dueño del campo, revisando su cosecha madura, dijo,

 --Ha llegado el momento en que debo pedir a todos mis vecinos que me ayuden con la cosecha.

 Una de las alondras jóvenes oyó su decir y lo relató a su madre, preguntándole a que lugar deberían moverse para su seguridad.

 --No hay ninguna necesidad para moverse aún, mi hija-- contestó; --el hombre que busca a sus amigos para ayudarle con su cosecha no está realmente preparado.

El dueño del campo vino otra vez unos días más tarde y vio que el trigo empezaba a mostrar exceso de madurez. Él dijo,

 --Vendré yo mismo mañana con mis trabajadores, y con tantas segadoras como pueda alquilar, y entraré a cosechar.

 La alondra madre al oír estas palabras le dijo a sus hijas,

 --Ahora si es el momento para partir, mis pequeñas, ya que el hombre sí lo hará esta vez; él ya no pedirá a sus amigos manejarle su cosecha, sino que cosechará el campo él mismo. 

MORALEJA:

 Si quieres que lo que planeas salga como tú quieres, manéjalo tú mismo.

AVIVAR LA LLAMA INTERIOR

Cuentan que un rey muy rico de la India, tenía fama de ser indiferente a las riquezas materiales y hombre de profunda religiosidad,
cosa un tanto inusual para un personaje de su categoría.

Ante esta situación y movido por la curiosidad, un súbdito quiso averiguar el secreto del soberano para no dejarse deslumbrar por el oro, las joyas y los lujos excesivos que caracterizaban a la nobleza de su tiempo.

Inmediatamente después de los saludos que la etiqueta y cortesía exigen, el hombre preguntó:

Majestad, ¿cuál es su secreto para cultivar la vida espiritual en medio de tanta riqueza?

 El rey le dijo:

“Te lo revelaré, si recorres mi palacio para comprender la magnitud de mi riqueza. Pero lleva una vela encendida. Si se apaga, te decapitaré”.

 Al término del paseo, el rey le preguntó:

“¿Qué piensas de mis riquezas?”

 La persona respondió:

“No vi nada. Sólo me preocupé de que la llama no se apagara”.

El rey le dijo:

“Ese es mi secreto. Estoy tan ocupado tratando de avivar mi llama interior, que no me interesan las riquezas de fuera”

domingo, 9 de febrero de 2014

MIL PERRITOS

Se dice que hace tiempo en un pequeño y lejano pueblo, había una casa abandonada. Cierto día, un perrito, buscando refugio del sol, logró meterse por un agujero en dicha casa. 

Una vez dentro, llegó a una habitación en la cual había mil perritos más. El perrito del cuento comenzó a mover la cola y a levantar sus orejas poco a poco. Los otros mil perritos hicieron lo mismo. 

Posteriormente nuestro perro sonrió y le ladró alegremente a uno
de ellos. Y se quedó sorprendido al ver que los mil perritos también le sonreían y ladraban alegremente con él.

Cuando salió de la habitación, el perrito del cuento se quedó pensando: 

"¡Qué lugar tan agradable! ¡Voy a venir más seguido a visitarlo!" 

Tiempo después, otro perro callejero entró al mismo sitio, pero a diferencia del anterior, este perrito, al ver a los otros mil perritos se sintió amenazado ya que lo estaban mirando de manera agresiva. Empezó a gruñir; y de inmediato vio cómo los mil perritos le gruñían y ladraban a él también. Cuando este perro salió de la habitación pensó: 

"¡Qué lugar tan horrible es este! ¡Nunca más volveré a entrar allí!" 

Ninguno de los dos perros sabía leer, pero en el frente de la casa había un letrero que decía: "La casa de los mil espejos". 

REFLEXIÓN:

Todos los rostros del mundo son espejos. Decide qué rostro llevarás por dentro y ese será el rostro que mostrarás. El reflejo de tus gestos y acciones es lo que proyectas ante los demás, y ellos te lo devuelven de la misma manera. 
No olvides pues, que eres responsable de la cara que pones.

EL COMERCIANTE Y SU HIJO

Había una vez un ciudadano que vivía al lado de una carretera donde vendía unas ricas albóndigas con pan. Estaba muy ocupado y por lo tanto no oía la radio, no leía los periódicos, ni veía la televisión.

Alquiló un trozo de terreno, colocó una gran valla y anunció su mercancía gritando a todo pulmón: “Compren deliciosas albóndigas calientes”. Y la gente se las compraba.

Aumentó la adquisición de pan y carne. Compró un terreno más

grande para poder ocuparse mejor de su negocio. Y trabajó tanto que dispuso que su hijo dejara la Universidad donde estudiaba Ciencias Comerciales a fin de que le ayudara.

Sin embargo, ocurrió algo importante. Su hijo le dijo:

-”Padre, ¿pero no escuchas la radio, ni lees los periódicos? Estamos sufriendo una grave crísis. La situación es realmente mala; peor no podría estar”.

El padre pensó: “Mi hijo estudia en la Universidad, lee la prensa, ve la televisión y escucha la radio. Sabe entonces lo que dice”.

Compró pues menos pan y menos carne. Sacó la valla anunciadora, dejó el alquiler del terreno a fin de eliminar los gastos y ya no anunció sus ricas albóndigas con pan. Y las ventas fueron disminuyendo cada día más.

Después de un tiempo, el negocio estaba realmente afectado

-”Tenías razón hijo mío”, le dijo al muchacho. “Verdaderamente estamos sufriendo una gran crisis”.

MORALEJA:


Si nos programamos para fracasar, fracasaremos. Si nos mentalizamos para ganar, ganaremos. Es una simple elección personal. En estos tiempos difíciles, asumamos que hay muchas oportunidades esperando por nosotros


sábado, 8 de febrero de 2014

EL MOSQUITO Y EL LEÓN

Un mosquito se acercó a un león y le dijo:

- No te temo, y además, no eres más fuerte que yo. Si crees lo contrario, demuéstramelo. ¿Que arañas con tus garras y muerdes con tus dientes ? ¡Eso también lo hace una mujer
defendiéndose de un ladrón! Yo soy más fuerte que tú, y si quieres, ahora mismo te desafío a combate.

Y haciendo sonar su zumbido, cayó el mosquito sobre el león, picándole repetidamente alrededor de la nariz, donde no tiene pelo. El león empezó a arañarse con sus propias garras, hasta que renunció al combate. El mosquito victorioso hizo sonar de nuevo su zumbido; y sin darse cuenta, de tanta alegría, fue a enredarse en una tela de araña. Al tiempo que era devorado por la araña, se lamentaba de que él, que luchaba contra los más poderosos venciéndolos, fuese a perecer a manos de un insignificante animal, la araña.

MORALEJA :

No importa que tan grandes sean los éxitos en tu vida, cuida siempre que la dicha por haber obtenido uno de ellos, no lo arruine todo.

viernes, 7 de febrero de 2014

UN DÍA LLUVIOSO...

Te tropiezas con un balón de espuma y encuentras un muñeco bajo el sofá.

Giras el grifo del lavabo y descubres que anida un pato de goma.

Abres la sandwichera y ahí están, achicharrados, tres cromos del Osasuna.
A veces maldigo este caos de casa tumultuosa con niños. Pero sé que algún día maldeciré todo el orden a solas que vendrá después. Vuestros libros ordenados, pero sin ser abiertos. Vuestras camas hechas, pero frías. Los platos púlcramente recogidos en la alacena, pero sin nadie con quien comer.

 Tener hijos y salir a la calle es como llegar a la ceremonia de los óscar de sobrado con dos estatuillas bajo el brazo, una hora antes de que empiece la entrega de premios: sabes que te los has ganado seguro.

 Tener hijos es pisar la acera a las ocho y media con toda la gimnasia hecha: los abdominales del estrés, las flexiones del 'no se puede', el pilates del 'haz lo que debes', el yoga del 'aprovecha el tiempo', los lumbares de la desobediencia y de la sinrazón. En tan solo media hora, mientras te aseas.

Así que cuando sales al mundo adulto ya no te acojona nada y todo te preocupa lo justo.

Para convención popular, la que montas un domingo lluvioso en casa con los amigos de tus hijos.

Para dimisión irrevocable, la que te presentan cada día que les pones verduras.

Para exclusiva, la de que el pequeño tiene otra novia y no hace declaraciones.

 Para 'share', la audiencia que os da mamá durante le cena, siempre con un cuento delante.

Para traición, la mía, que nunca estoy; la vuestra, que habéis preferido la Play a las chapas.

Para problemas laborales, los que me da esa ortografía en huelga y sin servicios mínimos.

Para inflación, la de los besos de Martín, que cada vez los vende más caros.

Para crisis, la que acontece cuando se acaba el verano.

Me lo enseñó una tarde mi abuela, que lo llevaba escrito en un marcapáginas y leía una novela de Capote, eso de que los legados más importantes que los padres y las madres pueden dejarles a sus hijos son dos: uno son las raíces; el otro, las alas.

Algún día regresaré a casa tarde a causa del trabajo (o de la falta del mismo). Abriré la puerta del salón y todo estará en orden. Será que habéis volado, vaya. Entonces echaré de menos la felicidad que era este perfecto desorden.

miércoles, 5 de febrero de 2014

EL DRAGÓN DORMIDO

Un riojano está sentado junto a un madrileño en la sala de espera de un aeropuerto, esperando un vuelo largo. El madrileño mira al riojano y como se siente superior, piensa en aprovecharse de él fácilmente. Así que le pregunta al riojano si le gustaría jugar a un divertido juego. El riojano , cansado, solo quería dormir una siesta y diplomáticamente rehusa y trata de darle la espalda. El madrileño insiste, el juego es muy divertido:

'Yo te hago una pregunta y si no sabes la respuesta, me pagas 5 € Luego tú haces una pregunta, y si no sé la respuesta, yo te pagaré 500 €' ...¿ok?
El riojano para callar al madrileño que se pone tan pesado, acepta participar en el juego. El madrileño hace la primera pregunta:

'¿Cuál es la distancia desde la Tierra hasta la Luna?'

El riojano no dice nada, saca de su bolsillo un billete de 5 € y se lo entrega al madrileño . Ahora, es el turno del riojano y pregunta al madrileño:

'¿Qué sube una montaña con tres pies, y baja con cuatro?... y se echa a dormir.

El madrileño enciende su portátil, busca todas las referencias. Entra a la red y accede a todas las enciclopedias mundiales, revisa en Wikipedia, manda e-mails a todos los amigos que conoce ...sin resultados. Después de una hora de estar buscando se da por vencido. Despierta al riojano y le da los 500 €. El riojano con los 500 € en el bolsillo, se da la vuelta y a dormir de nuevo. El madrileño cabreado como una mona por no haber encontrado la respuesta, despierta al riojano y le pregunta:

'Bueno, me vas a decir ¿qué es lo que sube una montaña con tres pies y baja con cuatro?' El riojano saca 5 €, se los entrega y se vuelve a dormir.

MORALEJA:

No subestimes a la serpiente por no tener alas. Quizás algún día pueda convertirse en dragón.


lunes, 3 de febrero de 2014

EL SABIO SOLIDARIO

Cierto día, un sabio visitó el infierno. Allí, vio a mucha gente sentada en torno a una mesa ricamente servida. Estaba llena de alimentos, a cual más apetitoso y exquisito. Sin embargo,todos los comensales tenían cara de hambrientos y el gesto demacrado: tenían que comer con palillos; pero no podían, porque eran unos palillos tan largos como un remo. Por eso, por más que estiraban su brazo, nunca conseguían llevarse nada a la boca.

Impresionado, el sabio salió del infierno y subió al cielo. Con gran asombro, vio que también allí había una mesa llena de comensales y con iguales manjares. En este caso, sin embargo, nadie tenía la cara desencajada; todos los presentes lucían un semblante alegre; respiraban salud y bienestar por los cuatro costados. Y es que, allí, en el cielo, cada cual se preocupaba de alimentar con los largos palillos al que tenía enfrente.

domingo, 2 de febrero de 2014

LAS HUELLAS EN LA ARENA

Una noche soñé que iba andando por la playa con Dios y que se proyectaban en el cielo muchas escenas de mi vida. En cada cuadro veía huellas de pisadas en la arena. A veces, las de dos personas y otras sólo las de una. Observé que durante los periodos más difíciles de mi existencia se veían las huellas de una sola persona.

- "Me prometiste, Señor, que siempre caminarías a mi lado. ¿Por qué cuando más te necesité no estabas conmigo?"

Él respondió:
"Cuando viste las huellas de una sola persona, hijo mío, fue cuando tuve que llevarte en brazos".

MELASUDA Y KEOSDEN


    sábado, 1 de febrero de 2014

    LAS TRES REJAS

    Un joven discípulo de un filósofo sabio llega a casa de éste y le dice:

    -Escucha, maestro. Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...

    -¡Espera! –lo interrumpe el filósofo-
    ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que vas a contarme?

    -¿Las tres rejas?

    -Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?

    -No. Lo oí comentar a unos vecinos.

    -Al menos lo habrás hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme ¿es bueno para alguién?

    -No, en realidad, no. Al contrario...

    -¡Ah, vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquieta?

    -A decir verdad, no.

    -Entonces –dijo el sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario, sepultémoslo en el olvido.

    EL ELEFANTE ENCADENADO



    Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Por qué no huye? 
    Hice entonces, la pregunta obvia... 
    - Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan? 
    No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente.

    Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE.
    Y tú, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos.

    La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN.

    EMPUJA LA VAQUITA


    Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vió a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.


    Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de realizar visitas, conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.



    Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes: una pareja y tres hijos, la casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado.

    Entonces se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:


    "En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?"


    El señor calmadamente respondió: "amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, cuajada, etc., para nuestro consumo y así es como vamos sobreviviendo."


    El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y se fue. En el medio del camino, volteó hacia su fiel discípulo y le ordenó:


    "Busque la vaquita, llévela al precipicio de allí enfrente y empújela al barranco."

    El joven espantado vió al maestro y le cuestionó sobre el hecho de que la vaquita era el medio de subsistencia de aquella familia. Mas como percibió el silencio absoluto del maestro, fue a cumplir la orden. Así que empujó la vaquita por el precipicio y la vió morir.


    Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel jóven durante algunos años.

    Un bello día el joven agobiado por la culpa resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar y contarle todo a la familia, pedir perdón y ayudarlos.

    Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar veía todo muy bonito, con árboles floridos, todo habitado, con carro en el garaje de tremenda casa y algunos niños jugando en el jardín.


    El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por un señor muy simpático. El jóven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo allí. Espantado el jóven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacía algunos años con el maestro.


    Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaquita) : "¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?"


    El señor entusiasmado le respondió:
    "Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió, de ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos, así alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.

    MORALEJA SAMURAI:


    "Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para nuestra sobrevivencia, la cual convive con la rutina y nos hace dependientes de ella, y nuestro mundo se reduce a lo que la vaquita nos brinda".


    Tú sabes cuál es tu vaquita, no dudes un segundo para empujarla por el precipicio. LLegó el momento de pasar a la acción y salir de la rutina cuanto antes!